Saturday, January 07, 2006


Alquimia

A veces es necesario viajar grandes distancias, recorrer mundos nuevos, para darse cuenta que el tesoro estaba enterrado en el jardín trasero. Hay quienes jamás tienen el tiempo o el dinero suficiente para visitar el sitio que siempre han soñado. Otros van y descubren que no está en el irse, sino en el saber quedarse, la mejor forma del viaje. Porque cada rincón guarda un secreto a punto de develarse, un tesoro a la vista que no necesita mas que ser mirado de lleno. Con la revivificación de esta historia, Cohelo se hizo famoso y millonario. Alquimia: transformación de metales en oro. Si tomamos como objeto a la vida en vez del oro, entonces la alquimia será la transformación de un hecho común en una gran aventura, en un recuerdo memorable, en un viaje que vale la pena ser contado en mil y una noches.
Yo he descubierto lugares maravillosos cerca de mi ciudad gracias a un viajero y explorador infatigable. Ed, mi amigo inglés que ha adoptado la cultura mexicana como la suya, me ha mostrado sitios espectaculares, como las cascadas de Huaxtla. Este sitio tiene su encanto secreto, puertas esperando ser abiertas por una mano inocente, curiosa, sincera. El bosque de pinos al norte de la ciudad me hace recordar que no todo es selva de concreto. Donde ahora está la civilización, antes hubo praderas y llanos. Y los llanos aun vivos, nos recuerdan que somos parte del mismo planeta, que convivimos y coexistimos con los demás seres y plantas.
Para llegar a la cascada principal tuvimos que estacionar el coche en un vericueto del camino y andar un par de kilómetros, primero ladera abajo y luego siguiendo el río, andando sobre piedras, evitando el agua. La recompensa valió la pena. Ante nosotros se extendía un gran valle. Ni un solo ruido mas que el del viento jugando con las hojas de los árboles. ¿Cuántos tesoros no se esconden en el patio trasero? ¿Cuándo aprenderemos a voltear a verlos? Regresamos ya casi envueltos por la oscuridad. Casi al llegar al coche, el manto nocturno ya había envuelto al día. Caminamos guiados únicamente por nuestra intuición de dónde encontraríamos el coche. Creo que por aquí es, dijo Ara, dando un paso delante de nosotros y andando con certidumbre. Un par de minutos después, emprendíamos el regreso a la ciudad, a la realidad que nos absorbía la mayor parte del tiempo, pero ahora concientes de esos rincones mágicos que por ahí se esconden, sitios donde uno puede ir a sentarse y mirar, simplemente mirar, recargando la energía y las ganas de seguir adelante.

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